Obras de Oscar Efren Reyes

Oscar Efrén Reyes visto por una de sus nietas



Oscar Efrén Reyes, mi ilustre abuelo, murió cuando yo tenía tres meses de edad. El conoció a aquella niñita, único retoño de su hija Olga. En cambio, “yo no lo conocí”, tanto en cuanto, que evidentemente no lo recuerdo. Todo lo que sé de él es por relatos de mi madre y tíos. Más adelante, al conocer su biografía y obras.

Este corto relato no pretende ser una biografía, al contrario, es un escrito anecdótico y hasta imaginativo. Me perdonarán familiares y amigos apegados a las biografías y datos históricos y precisos. Estoy más cerca de la poesía y de la leyenda…

Aprendí a querer y admirar a Óscar Efrén, como ese niño marfileño y delgado que nació y creció entre las montañas y parajes agrestes de Baños de Agua Santa;  sin duda, la pureza del aire, lo frondoso de los árboles, el ruido de las cascadas, la generosidad de la tierra, contribuyeron a engrandecer el alma de ese niño autodidacta. Dotado de una excepcional inteligencia, voluntad y disciplina, desde muy pequeño habrá sido un niño sediento del saber…..La Providencia hizo que el  Sacerdote belga Thomas Halflants que misionaba en Baños, se convirtiera en un Guía o Mentor para el niño Óscar. No puedo precisar ahora como mismo fue, pero Óscar Efrén empezó a leer mucho, las grandes obras clásicas de la Literatura y el Pensamiento Universal.

Su enorme inteligencia y espíritu superior hicieron que naciera el investigador, el maestro, el escritor y más tarde el historiador.  ¡Mi madre siempre me contaba cómo el jovencito Óscar Efrén, se convirtió en maestro de Escuela a los trece años de edad!

Sería muy largo relatar su vida desde entonces. Les comparto un hecho puntual en el que pienso con frecuencia, ahora que la vida me ha traído a vivir en Guayaquil, el Puerto del Ecuador. Supe, así mismo por mi querida y recordada madre, que Don Óscar Efrén, en algún año de la década de los veinte (siglo pasado), vino a Guayaquil, seguro que por un Contrato con el entonces prestigioso Diario ”El Guante”. Debió ser un desafío interesante y provechoso para él, que trajo consigo a su joven y bella esposa de la sierra, sus tres primeros hijos y tres niños “criados” que supongo eran una especie de “niñeros” de sus hijos.

Me gusta imaginarme ese largo y quizá tormentoso viaje en tren atravesando los Andes, zigzagueando la famosa “Nariz del diablo”, como se conoce a la escarpada montaña, donde la obra ferroviaria resulta un prodigio de ingeniería. Y qué duro debió ser para mi abuela de la Sierra, tratar de acostumbrarse al clima caliente, la humedad y los insectos.

Les decía que me gusta pensar en esto, puesto que vivo en una hermosa ciudadela, rodeada de comodidades. En una de las diversas visitas de mamá, me decía: “que diferente a los tiempos en que vino tu abuelo”;  treinta y cinco minutos en avión, aire acondicionado, insecticidas y repelentes, entre otras cosas,…pero sin duda, las incomodidades y dificultades, son las que forjan el alma y voluntad. Por eso mi ilustre abuelo fue y será un hombre destacado y grande: porque supo ser resiliente y sobreponerse a las dificultades. Un ejemplo para sus hijos, nietos, alumnos y para el País entero. Hoy se necesitan hombres así: leales, honestos, íntegros, disciplinados y esforzados.

¡Gracias, por enseñarnos tanto con tu vida y obras, abuelo Óscar Efrén!

Dra. Olga Muñoz Reyes